Taller la Plena: legado de innovación ancestral y sucesión

Taller la Plena: legado de innovación ancestral y sucesión
Celebramos las manos, la fuerza, el talento y el intelecto de Juan Fuentes y los 50 años del Taller la Plena.

por Gloriann Sacha Antonetty-Lebrón

Llegar al Taller La Plena en la comunidad La 23 en Loíza, es entrar a un microcosmos donde la faena y el trabajo de las manos se entrelazan con el legado africano del tambor. Es un espacio donde se suman siglos de historia que te transportan de África al Caribe ida y vuelta; en el tiempo: al pasado, al presente, al futuro y al pasado de regreso. Así como el Sankofa plasmado en el metal de las rejas del taller…  Bien podríamos estar en el Congo o en Ghana, pero estamos en el batey de la familia Fuentes Molina, tierra que también habitó a nuestros ancestros taínos de la cultura saladoides del poblado de Yayamino. Luego, esa misma tierra fue trabajada forzosamente por nuestros ancestros africanos esclavizados en la Hacienda Grande en Loíza, allí mismo, en esas tierras donde ahora hay un árbol de Pomarrosa que cobija un barril de 8 pies de alto, creado por Juan Fuentes Molina, su hijo y otros colaboradores.

 Allí, donde un inmenso árbol de mangó es la sombra para el taller de madera y zinc, los olores a madera, metales, materiales orgánico y cuero se mezclan para recordarnos que allí, son las manos y la memoria ancestral las que crean barriles de bomba, maracas, panderos, campanas, los cuás, güiros y más… Allí también se restauran instrumentos percusivos. Se restaura el ritmo, se resiste desde las manos y desde el rescate de lo ancestral africano. Allí se lucha con las termitas y el comején para que no dañen las maderas. Allí se sostiene la memoria y se toca el tambor para ver y sentir como va sonando desde los corazones de estos maestros artesanos hasta el cuero de chivo, mientras se cuentan historias que resuenan a bomba puertorriqueña, plena, rumba y salsa. En el Taller la Plena siempre hay música, siempre se escuchan los pájaritos, las gallinas y los gallos que pasean por el solar. 

Estar allí es una reafirmación de que el Taller la Plena es archivo vivo que, desde la década de los setenta construye historia. Una de las columnas de madera sostiene la foto de Juan Fuentes Molina en su juventud. En la foto –que atestigua el paso del tiempo–  lo vemos sentado en el piso junto a un machete, un coco y otras herramientas y materiales. Sus manos siempre sostienen y construyen. Esa foto es la evidencia de todos los años de artesanía. El año pasado se cumplieron 50 años de construir desde la memoria celular y desde los saberes de sus mayores, los sabios y sabias del barrio, su familia y otras familias que han luchado por preservar nuestras tradiciones, nuestro tambor. 

En otra de las paredes hay una cuña de madera de caoba muy especial, firmada por Don Rafael Cepeda, nuestro patriarca de la Bomba Puertorriqueña, así como un pandero de uno de sus maestros, que tiene escrito en el cuero: “Recuerdos maestro Naná Valdés Marzo 2005.”


Juan Fuentes en su taller (1970's)
Pandero del maestro Naná Valdes

Pandero del maestro Naná Valdes

Allí, en el Taller la Plena, Juan Fuentes me contó lo especial que fueron para él Agustín Morales, Naná Valdés y Titino Sánchez, y como empezó a realizar panderos gracias a sus enseñanzas. Hablamos de música, de las historias de los pescadores y sus visiones, que luego se convertían en canciones de plenas, de sus historias y presentaciones con Los Hermanos Ayala. Mientras me cuenta, aprovechó desde el sillón para tirar una foto donde están padre e hijo. Los divide una ventana que siempre está abierta y se cuelan como lumbreras del tiempo los rayos del sol, y soy testigo de que continúa un pase de batón, mejor dicho, un pase de tambor con su hijo Juan Andrés, como acto de resistencia y preservación. 

Juan Fuentes y Juan Andrés en el Taller La Plena
Juan Fuentes y Juan Andrés en el Taller La Plena

Me alegra saber que nos sumamos a la gestión y tener el privilegio de documentar esta gesta intergeneracional. Nuestro colega, Javier Hernández, de Nuestros Tambores ha estado documentando y visibilizando a los maestros artesanos y les agradecemos esta gesta [ENLACE A BIOGRAFÍA] . Desde el equipo de Archivo Negro y Revista étnica, decidimos aportar a la preservación y accesibilizar este “craft”, esta artesanía ancestral desde la digitalización en 3D de varios de los tambores e instrumentos percusivos del Taller la Plena. 

El 7 de diciembre de 2024, un post en la página de instagram de Taller la Plena capturó mi atención. Se trataba de unas fotos de un barril fabricado en el taller, con el estilo del siglo 19, inspirado en sus antecesores del siglo 18. Juan Andrés me contó que su papá logró tener acceso a una fotografía del Fideicomiso de Conservación que retrataba ese barril y que a Juan Fuentes se le quedó impregnada esa imagen en la memoria. Con la pasión que caracteriza a Juan Fuentes, nunca abandonó la idea de recrearlo. Realizó bocetos y desde ese entonces, comenzó la fabricación. 

“Esta pieza para nosotros es muy especial. Se trata de un barril de Bomba que antes se hacían solamente con cuatro amarres entrelazados entre los bejucos, pero como pueden ver en las imágenes, este modelo se hizo con seis amarres. La cuña o los taquetes de amarre, en comparación al barril de cuña más moderno que las tiene más cercanas al cuero donde se toca, se encuentran en la parte inferior del barril. La madera utilizada es roble blanco y usualmente se afinaba este barril colocándolo bajo sol o exponiéndolo al fuego”, comentó Juan Andrés. 

Y con muchas curiosidades que me surgieron en el proceso, me cuestioné si habían otros artesanos reviviendo estos modelos de barriles de antaño. “Prácticamente podemos decir que él es quien está retomando esto. Ahora mismo, yo no conozco de ningún otro artesano que haya hecho un barril del siglo 18”, añadió Juan Andrés. 

Dialogamos sobre los tres meses que puede tomar la fabricación: el proceso de trabajar y ajustar la madera, el amarre, esperar a que el bejuco seque, entre tantos otros pormenores del desarrollo del barril. En las conversaciones con padre e hijo, Juan Fuente nos contó lo importante que es el calor para lograr la afinación y recalcó la importancia del sol o el vapor que generan las llamas del fuego en el proceso. Su memoria se remontó a una presentación de Los Hermanos Ayala en Broadway, Nueva York y como el frío había desafinado los barriles. Nos narró cómo se las ingenió para pedirle a Raquel Ayala su blower para lograr la afinación. Este recuerdo es la mejor muestra del ingenio, la capacidad de solución de problemas con lo que está a nuestro alcance, así como de los saberes y nuestra inteligencia ancestral. 

Celebramos las manos, la fuerza, el talento y el intelecto de Juan Fuentes y los 50 años del Taller la Plena. Celebramos la belleza de la madera, sus tonos, los surcos y su forma y la capacidad de la naturaleza de adaptarse y ser maleable. Celebramos y agradecemos el sentido espiritual del tambor: el llamado al ritmo, por sostener nuestras voces que llaman al movimiento, a la danza, a la catarsis, a la celebración y al goce. 

Nos unimos al llamado, a la fuerza en el toque al cuero de chivo, al repique y al requinto. Nos unimos al coro de la bomba compuesta por Juan Andrés que dice: 

                                    

Torniquete, cuña y llave/ Lo demás ya tú lo sabes

Torniquete, cuña y llave/ Lo demás ya tú lo sabes

Nos unimos al llamado a la preservación, al rescate de memorias y a la transmisión de legados de Juan Fuentes y desde el Taller La Plena, en La 23, desde Archivo Negro y Revista étnica, lanzamos el primero de varios instrumentos digitalizados en 3D en nuestra nueva colección de artefactos ancestrales. Pendientes a los próximos llamados del tambor. 

Proceso de Digitalización en 3D: