por Kiana Soto Andrades
El 26 de junio de 2024, se celebró la apertura de la Casa Museo Cortijo del Colectivo El Ancón de Loíza. Este evento marca un hito en la preservación y re-significación de la historia negra en Puerto Rico. La Casa Museo no solo es un tributo a la familia Cortijo-Rosario y su contribución a la comunidad, sino también un espacio vivo que cuenta la historia de resistencia y perseverancia de una familia que ha luchado por mantener viva su historia, herencia cultural e identidad.
La historia del Ancón de Loíza se remonta a los años 20 cuando Pedro Cortijo Calderón adquirió los terrenos colindantes al Río Grande de Loíza. Estos terrenos, que pertenecían a la Familia Iturregui, fueron transformados por Pedro en un negocio familiar que servía como pasaje de personas, animales y vehículos, conectando el área de Piñones con el resto del pueblo de Loíza. Este negocio fue crucial para la comunidad local, proporcionando un medio de transporte vital durante décadas.
En 1978, María Luisa Cortijo Rosario tomó las riendas del negocio familiar, continuando con el legado de sus padres, Chano Cortijo y Amelia Rosario. A pesar de los desafíos, incluyendo la construcción del puente del Río Grande de Loíza en 1985 que llevó al cierre de El Ancón, la Familia Cortijo continuó ofreciendo servicios en la llamada “paseadora”, una embarcación que funcionaba con fines turísticos y culturales, hasta el cierre completo del negocio familiar en 1987. En 2019, se fundó el Colectivo El Ancón con la misión de rescatar la memoria histórica del espacio y transformarlo en un centro cultural para el uso y disfrute de la comunidad, especialmente de la juventud loiceña.
La Casa Museo Cortijo ha sido meticulosamente restaurada para preservar su historia y ofrecer una experiencia educativa y cultural única. La exhibición está organizada cronológicamente, comenzando con la época de Pedro Cortijo Calderón en los años 20 y culminando con los esfuerzos actuales de María Luisa Cortijo y Juan Pablo Vizcaíno, su hijo, por mantener y revitalizar el espacio familiar.
El recorrido comienza en el balcón, un espacio que ha sido restaurado para reflejar su estado original.
Luego, el espacio dentro de la casa que solía ser el mirador al muelle ahora se convertirá en la oficina del Colectivo.
Las salas y los cuartos, que una vez fueron espacios de vida cotidiana, se han transformado en áreas de exhibición que muestran fotografías y líneas de tiempo históricos.
Uno de los espacios más especiales es el cuarto de Amelia Rosario, conocida como “Tanén”. Este cuarto ha sido amueblado con una cama en pilares, replicando el mobiliario que tenía Amelia, la matriarca de la familia y ofreciendo una ventana íntima a la vida familiar.
La cocina ha sido renovada con mobiliario fijo de hormigón, manteniendo el estilo tradicional mientras se adapta a las necesidades contemporáneas. Este espacio celebra la importancia de la cocina en la vida cotidiana de la familia Cortijo y su papel en la comunidad.
Tres cuartos han sido designados como residencias y taller para artistas, proporcionando un espacio para la creatividad y la colaboración. Estos cuartos son un testimonio del compromiso continuo de la familia Cortijo y el Colectivo El Ancón con el arte y la cultura.
El espacio exterior incluye un vivero de plantas del proyecto agroecológico del Colectivo El Ancón y el Josco Bravo y el burén donde Amelia “Tanén” cocinaba para los trabajadores y personas que llegaban a El Ancón. Este espacio no sólo preserva las tradiciones culinarias de la familia, sino que también sirve como un lugar de encuentro comunitario.
La Casa Museo Cortijo ha sido pintada con una paleta de colores que evoca su apariencia en los años 80, conectando el pasado con el presente y el futuro. Las diferentes losas en los espacios cuentan la historia de las diversas ampliaciones realizadas a lo largo de los años por la familia.
Este proyecto no solo honra la memoria de la Familia Cortijo, sino que también ofrece un espacio para que la comunidad de Loíza y de Puerto Rico celebre y preserve su herencia cultural.
La inauguración de la Casa Museo Cortijo es un recordatorio poderoso de la importancia de la preservación histórica y cultural. Es un espacio que invita a todos a aprender, reflexionar y celebrar la resiliencia y la vitalidad de las familias negras en Puerto Rico. La Casa Museo no es solo un tributo a la Familia Cortijo, sino un símbolo de esperanza y orgullo para futuras generaciones.
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